El movimiento antideberes larvado a raíz de
la primera ley en España contra las tareas escolares, en vigor desde diciembre
en la Comunidad Valenciana, supone una amenaza al
rendimiento de los alumnos y un obstáculo para restaurar la cultura del esfuerzo, eje sobre el que
debería pivotar la política educativa. Cada vez son más los padres y profesores
que se rebelan contra el exceso regulatorio que lleva a rebajar o erradicar los
deberes. Quienes abanderan este cambio metodológico alegan el desinterés y la
escasa motivación de los alumnos debido a la carga de trabajo fuera del aula. La realidad es que eliminar los deberes constituye una grave
irresponsabilidad. Los centros escolares deben disponer de libertad para fijar las
tareas extraescolares.

Esta bien que los profesores manden deberes ya que es una forma de que los alumnos leven al día lo que se da en la clase y es una manera estudio, pero tienen que hacerlo con moderación ya que algunos de los alumnos tendrán otras actividades extra-escolares y no disponen de el tiempo que requiere hacer mucha tarea.
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